jueves, 24 de abril de 2014

PÍRAMO Y TISBE

Explicación del mito.





Fragmento de la fuente original.
55. “Píramo y Tisbe, de los jóvenes el más bello el uno, 
la otra, de las que el Oriente tuvo, preferida entre las muchachas, 
contiguas tuvieron sus casas, donde se dice que 
con cerámicos muros ciñó Semíramis su alta ciudad. 
El conocimiento y los primeros pasos la vecindad los hizo, 
60. con el tiempo creció el amor; y sus teas también, según derecho, se hubieran unido 
pero lo vetaron sus padres; lo que no pudieron vetar: 
por igual ardían, cautivas sus mentes, ambos. 
Cómplice alguno no hay; por gesto y señales hablan, 
y mientras más se tapa, tapado más bulle el fuego. 
65. Hendida estaba por una tenue rendija, que ella había producido en otro tiempo, 
cuando se hacía, la pared común de una y otra casa. 
Tal defecto, por nadie a través de siglos largos notado 
-¿qué no siente el amor?-, los primeros lo visteis los amantes 
y de la voz lo hicisteis camino, y seguras por él 
70en murmullo mínimo vuestras ternuras atravesar solían. 
Muchas veces, cuando estaban apostados de aquí Tisbe, Píramo de allí, 
y por turnos fuera buscado el anhélito de la boca: 
“Envidiosa”, decían, “pared, ¿por qué a los amantes te opones? 
¿Cuánto era que permitieses que con todo el cuerpo nos uniéramos, 
75. o esto si demasiado es, siquier que, para que besos nos diéramos, te abrieras? 
Y no somos ingratos: que a ti nosotros debemos confesamos, 
el que dado fue el tránsito a nuestras palabras hasta los oídos amigos. 
Tales cosas desde su opuesta sede en vano diciendo, 
al anochecer dijeron “adiós” y a la parte suya dieron 
80. unos besos cada uno que no arribarían en contra. 
La siguiente Aurora había retirado los nocturnos fuegos, 
y el sol las pruinosas hierbas con sus rayos había secado. 
Junto al acostumbrado lugar se unieron. Entonces con un murmullo pequeño, 
de muchas cosas antes quejándose, establecen que en la noche silente 
85. burlar a los guardas y de sus puertas fuera salir intenten, 
y que cuando de la casa hayan salido, de la ciudad también los techos abandonen, 
y para que no hayan de vagar recorriendo un ancho campo, 
que se reúnan junto al crematorio de Nino y se escondan bajo la sombra 
del árbol: un árbol allí, fecundísimo de níveas frutas, 
90. un arduo moral, había, colindante a una helada fontana. 
Los acuerdos aprueban; y la luz, que tarde les pareció marcharse, 
se precipita a las aguas, y de las aguas mismas sale la noche.
Astuta, por las tinieblas, girando el gozne, Tisbe 
sale y burla a los suyos y, cubierto su rostro, 
95. llega al túmulo, y bajo el árbol dicho se sienta. 
Audaz la hacía el amor. He aquí que llega una leona, 
de la reciente matanza de unas reses manchadas sus espumantes comisuras, 
que iba a deshacerse de su sed en la onda del vecino hontanar; 
a ella, de lejos, a los rayos de la luna, la babilonia Tisbe 
100. la ve, y con tímido pie huye a una oscura caverna 
y mientras huye, de su espalda resbalados, sus velos abandona. 
Cuando la leona salvaje su sed con mucha onda contuvo, 
mientras vuelve a las espesuras, encontrados por azar sin ella misma, 
con su boca cruenta desgarró los tenues atuendos. 
105. Él, que más tarde había salido, huellas vio en el alto 
polvo ciertas de fiera y en todo su rostro palideció 
Príamo; pero cuando la prenda también, de sangre teñida, 
encontró: “Una misma noche a los dos”, dice, “amantes perderá, 
de quienes ella fue la más digna de una larga vida; 
100. mi vida dañina es. Yo, triste de ti, te he perdido, 
que a lugares llenos de miedo hice que de noche vinieras 
y no el primero aquí llegué. ¡Destrozad mi cuerpo 
y mis malditas entrañas devorad con fiero mordisco, 
oh, cuantos leones habitáis bajo esta peña! 
115. Pero de un cobarde es pedir la muerte.” Los velos de Tisbe 
recoge, y del pactado árbol a la sombra consigo los lleva, 
y cuando dio lágrimas, dio besos a la conocida prenda: 
“Recibe ahora” dice “ también de nuestra sangre el sorbo”, 
y, del que estaba ceñido, se hundió en los costados su hierro, 
120. y sin demora, muriendo, de su hirviente herida lo sacó, 
y quedó tendido de espalda al suelo: su crúor fulgura alto, 
no de otro modo que cuando un caño de plomo defectuoso 
se hiende, y por el tenue, estridente taladro, largas 
aguas lanza y con sus golpes los aires rompe. 
125. Las crías del árbol, por la aspersión de la sangría, en negra 
faz se tornan, y humedecida de sangre su raíz, 
de un purpúreo color tiñe las colgantes moras.
He aquí que, su miedo aún no dejado, por no burlar a su amante, 
ella vuelve, y al joven con sus ojos y ánimo busca, 
130. y por narrarle qué grandes peligros ha evitado está ansiosa; 
y aunque el lugar reconoce, y en el visto árbol su forma, 
igualmente la hace dudar del fruto el color: fija se queda en si él es. 
Mientras duda, unos trémulos miembros ve palpitar 
en el cruento suelo y atrás su pie lleva, y una cara que el boj 
135. más pálida portando se estremece, de la superficie en el modo, 
que tiembla cuando lo más alto de ella una exigua aura toca. 
Pero después de que, demorada, los amores reconoció suyos, 
sacude con sonoro golpe, indignos, sus brazos 
y desgarrándose el cabello y abrazando el cuerpo amado 
140. sus heridas colmó de lágrimas, y con su llanto el crúor 
mezcló, y en su helado rostro besos prendiendo: 
“Píramo”, clamó, “¿qué azar a ti de mí te ha arrancado? 
Píramo, responde. La Tisbe tuya a ti, queridísimo, 
te nombra; escucha, y tu rostro yacente levanta.” 
145. Al nombre de Tisbe sus ojos, ya por la muerte pesados, 
Píramo irguió, y vista ella los volvió a velar.
La cual, después de que la prenda suya reconoció y vacío 
de su espada vio el marfil: “Tu propia a ti mano”, dice, “y el amor, 
te ha perdido, desdichado. Hay también en mí, fuerte para solo 
150. esto, una mano, hay también amor: dará él para las heridas fuerzas. 
Seguiré al extinguido, y de la muerte tuya tristísima se me dirá 
causa y compañera, y quien de mí con la muerte sola 
serme arrancado, ay, podías, habrás podido ni con la muerte serme arrancado. 
Esto, aun así, con las palabras de ambos sed rogados, 
155. oh, muy tristes padres mío y de él, 
que a los que un seguro amor, a los que la hora postrera unió, 
de depositarles en un túmulo mismo no os enojéis; 
mas tú, árbol que con tus ramas el lamentable cuerpo 
ahora cubres de uno solo -pronto has de cubrir de dos-, 
160. las señales mantén de la sangría, y endrinas, y para los lutos aptas, 
siempre ten tus crías, testimonios del gemelo crúor”, 
dijo, y ajustada la punta bajo lo hondo de su pecho 
se postró sobre el hierro que todavía de la sangría estaba tibio. 
Sus votos, aun así, conmovieron a los dioses, conmovieron a los padres, 
165. pues el color en el fruto es, cuando ya ha madurado, negro, 
y lo que a sus piras resta descansa en una sola urna.”


Poema relacionado.

 Una versión previa de la misma historia que Góngora dejó sin terminar en 1604:



De Tisbe y Píramo quiero,
si quisiere mi guitarra,
cantaros la historia, ejemplo
de firmeza y de desgracia.
4Desde la barba al pie, Venus,
su hijuelo y las tres Gracias,
deshojando están jazmines
sobre rosas encarnadas.
28
No sé quién fueron sus padres,
mas bien sé cuál fue su patria,
todos sabéis lo que yo,
y para introducción basta.
8Su edad, ya habéis visto el diente,
entre mozuela y rapaza,
pocos años en chapines
con reverendas de dama.
32
Era Tisbe una pintura
hecha en lámina de plata,
un brinco de oro y cristal
de un rubí y dos esmeraldas.
12Señor padre era un buen viejo,
señora madre una paila;
el dulce favor implora
conserva de calabaza.
36
Su cabello eran sortijas,
memorias de oro y del alma;
su frente el color bruñido
que dal el Sol hiriendo el nácar.
16Regalaban a Tisbica
tanto, que si la muchacha
pedía leche de cisnes,
le traían ellos natas.
40
La alegría eran sus ojos,
si no eran la esperanza
que viste la primavera
el día de mayor gala.
20Mas, ¿qué mucho si es la niña,
como quien no dice nada,
alma de sus cuatro ojos,
los ojos de sus dos almas?
44
Sus labios la grana fina,
sus dientes las perlas blancas,
porque, como el oro en paño,
guarden las perlas en grana.
24Los brazos de el uno fueron,
y del otro eran las faldas,
los primeros años cuna,
los siguientes almohada.
48


Video relacionado.

Cortometraje relacionado con la historia de Píramo y Tisbe.







Pintura relacionada.





Escultura relacionada.


Entrada Norte al Puente Romano de José Manuel Pateiro en Orense.





Música relacionada.

Sinfonía de Tchaikovsky "Romeo y Julieta"





Aportación personal.

El amor vence aunque sea con los amantes muertos. Esto es muy romántico y pienso que a muchos hoy esto no les dice nada. Pero a mi me gusta aunque no tenga un final feliz.

martes, 22 de abril de 2014

La historia de Dido y Eneas empieza cuando Eneas, al llegar a la costa de Cartago huyendo de la destrucción de Troya, su patria, se encuentra con la reina de la isla, Dido, y le solicita hospitalidad. Para que la reina acceda y le proteja, Venus, madre de Eneas, manda a Cupido para hacer que Dido se enamore locamente de él. Entre Venus y Juno (ésta última está en contra de los troyanos y quiere impedir que Eneas cumpla su misión, que es fundar otra Troya en Italia) pactan la boda de los dos amantes, aunque con objetivos muy distintos; Venus quiere que Dido ayude a los troyanos con los preparativos para su partida, mientras que Juno quiere que Eneas permanezca en Cartago y no llegue nunca a su destino. Así pues, durante una cacería, Juno hace que se desate una tormenta y esto obliga a Dido y a Eneas que se cobijen en una cueva, donde se acuestan.


Después de eso, Dido está más enamorada que nunca y cuando Eneas le comunica que debe seguir con su viaje ésta se llena de pena y ante la imposibilidad de olvidarle, se suicida en una pira y maldice a Eneas y a su pueblo. Eneas llora la muerte de ésta, ya que ve desde su barco en alta mar el fuego en el que Dido se consume.

El referente que nosotros hemos encontrado es una ópera de Henry Purcell
La ópera dura una hora, Esta es la parte de el "lamento de Dido".
 

Un escritor se inspiro en este mito para algunos de sus poemas.
Rafael Gonzalez Cañal.
Oh traidor, cuál has tratado
la fama y honra mía
y has hecho a tu voluntad 
¿ Y olvidarme has otro día ?
Si tal ha de ser, Eneas,
yo misma te mataría.

Y entregaste en infausto himeneo
al teucro engañador la fe y la mano.
Piadoso le llamó siendo tirano ;
que si en sacar los dioses fue piadoso,
en ser ingrato a Dido fue villano.


Extracto de la fuente Original

Como la historia completa es muy larga voy a poner los fragmentos mas importantes:

Esto es lo que piensa después de aceptar su amor:
“El extraordinario valor del héroe y la gloria extraordinaria de aquella raza 
acuden constantemente a su mente; su rostro y sus palabras se mantienen 
clavados en su corazón...”

y agrega más adelante, en medio de las confesiones de Dido a Ana:

“¡Qué nobleza muestra su semblante!, ¡Qué espíritu valiente y qué arrojo! 
Creo ciertamente, y no es una ilusión vana, que es de la raza de los dioses.”

Otro fragmento devela la sensación de Dido después de saber la armada que preparaba Eneas:

“La llama devora entretanto su tierno corazón y la herida alienta en silencio 
dentro de su pecho. Se abrasa la infeliz Dido y vaga enloquecida por toda la 
ciudad, como una cierva cuando un pastor persiguiéndola con sus dardos, 
después de disparar una flecha, la ha herido desde lejos cogiéndola 
desprevenida en medio de los bosques de Creta y sin saberlo ha abandonado el 
hierro alado; ella recorre en su huída los bosques y desfiladeros Dicteos; la 
mortal saeta permanece clavada en su costado.”

El final de la trágica  historia cuenta lo siguiente:

”Entonces, pálida como la muerte, Dido salió al patio del palacio, subió con pasos rabiosos a lo alto de la pira, desenvaino la espada de Eneas y pronuncio con gravedad sus ultimas palabras;
-He fundado una gran ciudad, he vengado a mi esposo, y he castigado a mi hermano por su crimen.  Habría sido feliz, demasiado feliz, si los troyanos no hubiesen desembarcado jamás en mis costas.  ¿Moriré sin venganza, pero al menos moriré!  Ya es la hora de descender hacia las sombras.  Que desde la alta mar el cruel troyano vea las llamas de esta hoguera, para que quede grabada en su alma la certidumbre de mi muerte.
Y acto seguido se atravesó el pecho con la espada.”
LA ENEIDA.
La Eneida (en latin, Aeneis) es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo 1 a.C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico.

Mario: yo creo que es el punto de partida para algunas obras de generos literarios romanticos asi como romeo y julieta.
Raúl: yo creo que es la típica historia de amor no correspondido grecolatina en la que intervienen los caprichosos dioses.